Si un sólido sometido a un conjunto de fuerzas alcanza el equilibrio produciéndose modificaciones en su forma original, debemos adoptar el modelo de Sólido Deformable. Dicho modelo considera una distribución continua de la materia, así como la variación, también continua, de las distancias entre cualesquiera de los puntos que lo constituyen. Para establecer las ecuaciones generales que gobiernan el comportamiento mecánico de los sólidos deformables, es necesario complementar las ecuaciones de la estática, cinemática y dinámica con ecuaciones que relacionen las modificaciones de forma del sólido con las fuerzas que se producen en el interior del mismo debidas a este cambio de forma.
La Figura 1.2 muestra un sólido con una forma genérica al que se aplica un sistema fuerzas. Como consecuencia de las fuerzas aplicadas el sólido se traslada, gira y deforma, es decir, se comporta como un Sólido Deformable.